Cine tropical

Cine Tropical: con limones, limonada

La noche del 27 de julio de 2019 se proyectó en La CALA la integral de EL TERCER ACTO, un proyecto de Aitana Carrasco, Pep Carrió, Diego Fermín y Grassa Toro. En los créditos finales aparecía esta mención: El Tercer Acto se adhiere a los principios del Cine Tropical. Obvio.

El Experimento de verano de 2014 en La CALA se tituló Deprisa. Se trataba de hacer cine y, como en los anteriores Experimentos de verano, se trataba de hacer algo que no habíamos hecho y que no sabíamos si sabíamos hacer.

Los medios materiales con los que contábamos eran tres cámaras fotográficas con sistema de grabación de vídeo, tres ordenadores portátiles, una mesa de mezcla de sonido, varios instrumentos de música, una casa donde albergarse y trabajar.

Los participantes, tres artistas plásticos, un fotógrafo y un escritor, decidimos en modo asambleario iniciar la filmación sin guion previo y sin diferenciar los roles habituales en una producción cinematográfica (dirección, actores, música, iluminación, etc.). Era verano, era de noche.

La estrategia a seguir era ponerse a caminar e ir tomando decisiones conforme los cuerpos de los cinco se confrontaran con el paisaje y con objets-trouvés en el paseo. Todavía no habíamos leído a Robert Bresson respondiendo en una entrevista de 1967 con estas palabras: “Me obligo a inventar sobre la marcha, instantáneamente. Estoy en contra de ese sistema que consiste en preparar las cosas de antemano, con croquis, de hacer un plan preciso de lo que debe suceder en unos decorados construidos por un decorador. Espero lo inesperado, busco la sorpresa.”

Cumplimos con nuestra bressoniana decisión. Cinco días después estaba filmado, editado y sonorizado Un Jonás, corto de 3’48’’ de duración.

Sin pausa, se inició el rodaje de Un gran pez, Stop Motion de 2’40’’ en el que únicamente se utilizaron cartones y basura. Las diferencias con el precedente eran: el uso del color, la desaparición de seres humanos, el rodaje en plató y haber partido de un mínimo guion literario.

Rodajes de Un Jonás y Un gran pez.

Durante los días de ese tercer Experimento de verano empezamos a hablar de cine tropical, lo hacíamos en tono festivo, para que la paradoja nos consolara de la aridez de la tierra que pisábamos cada día, el paisaje de Chodes que da la espalda a la vega.

En 2015 iniciamos un nuevo proyecto cinematográfico, titulado Cuando doblo. En su inicio: dar forma a una antología de sueños propios recopilada por una de las participantes. La idea era producir un corto por sueño, sin fijar de antemano el número de cortos. El equipo estaba formado esta vez por dos fotógrafos, dos artistas plásticos y un escritor.

Durante la realización de los primeros cortos de la serie, que llegaría a contar con dieciséis volvió a aparecer el nombre, ahora con alguna mayúscula: Cine Tropical. Esta vez nos atrevimos a dotarle de significado, la forma elegida para hacerlo fue la de manifiesto, tenía un solo punto: “Con limones, limonada”. Lo hicimos público el 31 de diciembre de 2015.

Rodajes de Cuando doblo.

Deprisa y Cuando doblo se hicieron con los limones que teníamos a mano, con nada más. Hacer cine con lo que hay delante en el preciso momento en el que uno decide hacer cine no es una alineación en las filas del Arte povera, ni un ejercicio de resignación, ni un juego más o menos Dadá; es, antes que nada, un ejercicio de percepción, el necesario para responder a la pregunta ¿qué tengo? Puede parecer que la pregunta y el ejercicio se caen por su propio peso, pero basta recordar las veces que hemos respondido “nada”, y había limones; y las veces que hemos respondido “limones” y eran naranjas.

Identificado lo que tenemos a nuestro alcance, la siguiente pregunta es qué se puede hacer con ello.
El tercer paso es una cadena que empieza por uno de estos dos eslabones que se repiten en bucle: hacerlo-aprender a hacerlo-hacerlo-aprender a hacerlo…

Para Cuando doblo el inventario de limones daba lo siguiente: cinco personas, varias cámaras fotográficas con opción de vídeo, dos micros externos, cuatro ordenadores portátiles, dos trípodes, abundante vestuario femenino, un centenar de sueños redactados por Aitana Carrasco, una barra de pintalabios rojo, el mundo entero como plató, tiempo.

Con eso se podía dar el segundo paso, decidir qué se puede hacer, decidimos hacer cine. ¿Qué es el cine? Una obra de arte que se construye con imágenes en movimiento y sonido. Quizás la mayoría social no exija la primera parte de la definición, el que sea una obra de arte, nosotros sí. En la definición no aparecen términos relacionados con la producción, distribución, exhibición, de la misma manera que cuando se define la pintura no se hace alusión a su coste o al espacio físico que acabará ocupando.

Lo hicimos, este es el tercer paso: aprendimos, hicimos, aprendimos, hicimos.

Pudimos hacerlo porque las nuevas tecnologías digitales, permiten el presagio que formulara Bresson en 1963: “Creo en el porvenir de las películas hechas al margen de la producción oficial, con cámaras y magnetófonos poco costosos, y alejadas de los terriblemente contagiosos estudios”.

Hacer cine ya no es una cuestión de dinero. Ni de falta de dinero.

El Cine Tropical puede ser barato o caro, disponer de recursos mínimos o poner en marcha maquinarías de producción millonarias: el manifiesto permanecerá imperturbable ante las más variadas realidades: “Con limones, limonada”.

Lo importante del Movimiento es que la obviedad en la que se fundamenta: “casi todo el mundo puede hacer cine” (y digo casi todo el mundo para no caer en un eurocentrismo de suplemento dominical), libera deseos encarcelados entre los barrotes de un imaginario, hasta hace poco bastante real, que ponía como premisa para la acción condiciones económicas inalcanzables para la mayoría.

Ya no; los deseos pueden hacerse realidad, hacer es el verbo clave. ¿Quién no tiene limones, una cámara, un ordenador, una idea y una amiga, incluso dos amigas?

José Luis Guerín, dando vueltas a este asunto antes que nosotros, habla de una nueva ética de la producción y nos obliga a pensar en un concepto amplío de la economía, que tiene que ver, por qué no decirlo, con un concepto también amplío de la ecología.

Es este cambio de paradigma, este dejar atrás producciones donde primaba el resultado industrial capaz (o no) de generar beneficios a partir de unos costes enormes, este nuevo entender el cine y entendernos a nosotros mismos lo que nos va a permitir cosas tan interesantes como estas: filmar en espacios naturales o arquitectónicos que no sufren modificación alguna; utilizar la luz y los cambios de luz del propio espacio de filmación; realizar sesiones de filmación alejadas en el tiempo; reducir la separación de roles hasta quedarnos en algo parecido a una autoría (individual o compartida); decidir la duración de cada película sin condicionantes de exhibición comercial; actuar sin la obligación de ser actores; o reducir el maquillaje a una barra de labios.

Au revoir, industria. Salut, arte.

El Cine Tropical ya estaba inventado, fue lo primero que se inventó: el cine de los inicios del cine era Cine Tropical.

En La CALA la denominación y el manifiesto nos animaron y nos siguen animando a la acción, que no es poco; y es la acción, filmar, lo que nos permite pensar sobre las posibilidades del cine como acto de creación y específicamente como acto de creación artística, que es lo propio de esta casa.

Títulos, fechas, nombres de los creadores, y películas relacionadas con el Cine Tropical pueden consultarse en lacala.es/cine-tropical/


El día en que me enteré por Interviu de que Fraga Iribarne no era marica.

Propongo un experimento sencillo para el que conviene evitar cualquier preámbulo. Imagine que sobre una mesa cercana hay unos cuantos ejemplares de la revista Interviu, fechados entre octubre de 1976 y junio de 1977, cuando la cabecera todavía no se escribía con tilde, y usted se decide a abrirlos.

Es probable que la vista se le vaya hacia algunos destacados mientras pasa las hojas, o quizás, identificado algún contenido en portada, va directamente a buscarlo y a leerlo con detenimiento. El caso es que, aún sin dedicar mucho tiempo y esfuerzo, es posible que acabe leyendo frases como estás que copio aquí, anotando el nº, la fecha de la publicación y la ocupación de cada uno de los entrevistados en ese momento.

“En mi casa manda mi mujer, como es lógico, porque yo no soy marica. En mi casa mandó mi madre. En todas las familias decentes manda la mujer”. (22, octubre 1976). Dice la frase Manuel Fraga Iribarne, exministro de Franco, fundador de Alianza Popular.
“No creo en la igualdad de los hombres, puesto que unos son geniales y otros subnormales; unos enfermizos y otros robustos”. (26, noviembre 1976) Dice Gonzalo Fernández de la Mora y Mon, exministro de Franco, fundador de Alianza Popular.

“El Parlamento es un elemento fundamental. A partir de él, con una participación masiva de la población en la lucha por el socialismo -una participación no violenta ni antidemocrática-, se puede llegar a la sociedad sin clases”. (30, diciembre 76) Dice López Raimundo, Secretario General del Partido Comunista de Cataluña.

“Entré en ETA porque para muchos jóvenes vascos fue en aquellos sesenta la única manera de oponernos a la situación injusta que reinaba. Todo lo que era vasco estaba de algún modo prohibido, reprimido. Nuestra lengua, nuestras tradiciones, nuestra cultura estaban discriminadas”. (30, diciembre 1976). Dice José María Eskubi, exdirigente de ETA.

Esto es lo que leían, miles, centenas de miles de españoles y españolas en su casa, en el casino del pueblo, en el bar y en la peluquería mientras esperaban su turno, o ya con el pelo cortado.

Sigamos leyendo.

“Frente al término “integración”, que era el que tradicionalmente se usaba, nosotros propusimos el de “asimilación”, lo hicimos porque entendíamos que no debíamos aspirar a una incorporación pasiva carente de protagonismo, de la gente que venía de afuera. Integración en una comunidad que lleva diez siglos existiendo, que tiene sus derechos, y que aunque esté abierta no debe quedar dislocada, desvertebrada, destruida por un hecho social inmigratorio”. (33, diciembre 1976). Dice Jordi Pujol, banquero y líder de Convergencia Democrática de Catalunya.

“El divorcio me parece una aberración.” (34, enero 1977) Dice Laureano López Rodó, exministro de Franco, diputado por Convivencia catalana, en las primeras Cortes democráticas.

“Se está poniendo en marcha una estrategia de confusión mediante atentados que justifiquen, en su momento, un golpe de Estado o bien, como sucede ahora, la represión de militantes de izquierda.” (39, febrero 1977). Dice Sebastián Puigcerver, del comité de Catalunya de la CNT.

“Somos una nación; siempre hemos pactado con el Estado español y siempre nos hemos puesto de acuerdo. ¿Por qué no lo vamos a conseguir ahora?:” (42, marzo 1977). Dice Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de Catalunya en el exilio.

Franco había muerto el 20 de noviembre de 1975; el referéndum para poner en marcha la reforma política obtuvo mayoría afirmativa en diciembre de 1976; las primeras elecciones generales democráticas se celebraron el 15 de junio de 1977. Todo lo que usted acaba de leer se publicó en un momento de la historia de España en el que ya no existía nominalmente una dictadura y todavía no existía una democracia.

Seguimos.

“La lucha armada, en lo que al partido se refiere, está decidida desde el primer día. En la línea política del partido está escrito que la violencia revolucionaria, la lucha armada y la guerra popular, era el único medio para derrotar al capitalismo y a la dictadura franquista en aquella época, y para implantar un régimen de democracia popular y de socialismo:” (40, febrero, 1977). Dice Elena Odena, nombre en la clandestinidad de la Secretaria General del PC (m-l) y del FRAP.

“Yo creo que Franco poseía lo que llamaríamos un complejo de castración.” (42, marzo 1977). Dice Carlos Castilla del Pino, psicoanalista, militante del partido comunista de España.

“20 de octubre de 1976. Hace un rato, mientras leía el último número de Vindicación, en el que entrevistan a varias mujeres familiares de presos políticos (por cierto, por qué no entrevistan a hombres familiares de presos políticos?), ha entrado en la celda X, ha mirado la revista y ha preguntado: “¿es feminista?”; “sí”, le he dicho y ha contestado marchándose: “la hemos jodido?”. Por fortuna para él, Lidia Falcón no andaba por aquí:” (45, marzo 1977). Dice Manuel Chivite, militante del FRAP y del PC (m-l) en su diario desde la cárcel.

“En estos momentos estamos viendo que para hacer unas elecciones hace falta muchísimo dinero, que hay que pedirlo… Y es lógico que al pedirlo… en fin, el que parte y reparte se queda con una parte. Y eso cada dos años, porque prácticamente hay elecciones cada dos años y da lugar a unas quiebras, a unas ataduras y a unos compromisos impresionantes.” (47, abril 1977). Dice Alfredo Sánchez Bella, exministro de Franco, miembro del Opus Dei.

He elegido para esta selección voces vivas que se expresaban en entrevistas (interviús, con tilde); pero si usted tuviera a mano los ejemplare que me acompañan mientras escribo estas líneas, podría seguir leyendo acerca de temas tan dispares como: los safaris sexuales por África; la batalla entre el socialismo de Tierno Galván y el de Felipe González; el aborto; las cárceles; la vida de Landrú, famoso asesino francés del principio del siglo XX; el divorcio; la China después de Mao; la corrupción inmobiliaria; las dictaduras de Latinoamérica; la escuela franquista; los bebés robados bajo la cobertura del Teléfono de la esperanza; los delirios de Idi Amin, etc.

Y también podría ver parcialmente o totalmente desnudas a: Janeth, Lenny, Sylvia Kristel, Maysa, Jacqueline Kennedy-Onassis, Silvia, Victoria Vera, Elsa Martinelli, Nadiuska, Marisa Mell, Susana Estrada, Ángela Molina, Marisol, Corinne, Françoise, Verónica Miriel, Bárbara Bouchet, Alicia Tomás, Christiana, Jay, Sydne Rome, Diana Polakov, Agata Lys, María José Cantudo, Yvonne Sentis, Dalila di Lazzaro, etc.

La revista apareció en los kioscos sin subtítulo, quizás porque resultara difícil definir en dos o tres palabras una publicación que se ocupaba de política, sucesos, sociedad y sexo. Si la combinación era inusitada, lo que la volvía definitivamente excepcional en la historia del periodismo español fue el hecho de presentar en portada e interior abundantes fotografías de mujeres desnudas.

En Interviu el lector encontraba entrevistas, reportajes, opinión y páginas de humor, un canon clásico para cualquier magazine. La diferencia no la marcaban los géneros, sino los contenidos, los que aparecían y los que no aparecían. Se escribía (o se hablaba) mucho de política nacional y de sus relaciones con el poder económico, se hacía con nombres y apellidos, señalando con un dedo que desvelaba y que podía llegar a acusar. La crónica social (que no de sociedad) se ocupaba de la vida de las clases oprimidas, marginadas, perseguidas: obreros, jornaleros, enfermos mentales, homosexuales, y apuntaba, todavía tímidamente, algunos temas que ocupaban monográficos en otras revistas de la época: ecología, feminismo, pacifismo, contracultura. En Interviu se hablaba poco o nada de arte, cultura y deporte.

Tampoco se ocupaba mucho de política internacional.

Imagino que costaba también identificar una línea política, ni siquiera ideológica, en una publicación en la que se expresaban en igualdad de condiciones personas que no solo discrepaban en sus ideas y en sus acciones, sino que en algunos temas se les podría adscribir al grupo de las víctimas o al de los verdugos; y en la que firmaban las páginas de opinión y humor, personas tan dispares como Manuel Vázquez Montalbán, Francisco Umbral, Adolfo Marsillach, Emilio Romero, Manuel Martín Ferrand, Julio Cebrián, Perich, Martín Morales, Forges. Esta amplitud tampoco era habitual.

Y para añadir argumentos a las diferencias con lo se que publicaba en aquel momento, tampoco tenía intención pedagógica. Interviu no quería que sus lectores fueran mejores personas, ni siquiera peores; quería hacer periodismo.

He leído por primera vez estas páginas pasados cuarenta años desde su publicación; anoto este dato para preservar los comentarios que voy a hacer a continuación de cualquier interpretación nostálgica.

Y es que leer ahora los primeros números de Interviu es emocionante. Emociona sentir que todo el mundo está diciendo lo que piensa, y no lo que cree que tiene que decir; emociona que es un ejercicio de comunicación como si no existiera la teoría de la comunicación. Interviu era una defensa (a tiros, diría Javier Errea) de la inocencia: todos sus protagonistas, desde la chica de portada, hasta el más feroz de los entrevistados, pasando por el columnista irreverente y el fotógrafo temerario, aparecían frente al lector exentos de culpa pasada por lo hecho, de culpa presente por lo que están diciendo o haciendo en ese momento y exentos de culpa futura por las repercusiones que pueda tener lo que dicen o hacen. Un estado semejante de inocencia trasmite algo muy parecido a la idea de libertad.

Además de emociones, leer hoy los primeros números de Interviu es acercarse a una gran fuente de información acerca de la historia política, social y económica reciente de este país; información útil, que ayuda a comprender nuestro presente quizás mejor que muchas de las informaciones que se nos ofrecen en directo. Sé que puede resultar extraño lo que estoy afirmando, y que los defensores de las “noticias de última hora”, quizás no estén de acuerdo. Solo puedo recomendar que, con algo de tiempo y la misma inocencia con la que se publicó Interviu, se acerquen a sus primeros números, seguro que encuentran más de una perla.

Yo las he encontrado, y es que si no fuera por Interviu, y por mi vecino Jesús, que guardó en un pueblo pequeño, en una caja grande, todos estos ejemplares que nos han servido para el experimento, no hubiera sabido nunca que Fraga no era marica, dato intrascendente donde los haya; pero tampoco hubiera conocido las ganas que tenía de contarlo en público a miles de lectores, y esta información sí explica algunas cosas de lo que estaba por llegar y llegó.

Esta entrada en el blog pertenece al proyecto expositivo Sin red. Modos de comunicación en la transición política española. Inauguración: 21 abril 2019.

SIN RED. Modos de comunicación en la transición política española.

SIN RED, el espacio-tiempo de exposición que inaugura La CALA el 21 de abril de 2019, se sitúa temporalmente en una época que todavía sigue llamándose “transición española” o “transición política española”, cuyo inicio se sitúa en los alrededores de la muerte del dictador Franco (1975) y cuyo final, que puede variar según las interpretaciones, nosotros hemos decidido hacer coincidir con las elecciones generales de 1982, las primeras que gana un partido de izquierdas desde 1936.

El objeto de la exposición son los modos de comunicación y, aunque la palabra “modos” esté cercana a la palabra “medios”, reservamos para esta última su adscripción a lo que reconocemos como medios de comunicación de masas, organizados, regulados, objeto de mercado, etc. y nos quedamos con “modos” porque nos permite incluir manifestaciones de comunicación que no necesariamente eran masivas (incluso podrían ser minoritarias) y que, generalmente, se escapaban a los condicionantes que definen a los medios; es el caso de la asamblea, el recital, o la octavilla, por poner algún ejemplo.

Es una exposición documental, adjetivo que a lo único que obliga es a exhibir documentos (revistas, discos, fotografías, etc.). Del hecho de que sea documental no se deduce que sea histórica. La historia necesita documentos, pero creemos que la muestra de documentos no es suficiente para elaborar un relato histórico.
Una particularidad de la exposición es que las fuentes que han proporcionado los documentos que se exponen son vecinas y vecinos de un pequeño pueblo de Aragón, Chodes, cuyo censo en 2019 no sobrepasa los ciento cincuenta habitantes. La decisión de reducir las fuentes a un espacio mínimo quiere poner a prueba un concepto de patrimonio cultural que aprecia y saca a la luz objetos privados a los que se ha desprovisto de valor, por haberlos sometido a comparación con documentos que en el imaginario museístico se consideran canónicos por ser únicos: el manuscrito, la obra de arte, o por haberles asignado exclusivamente el papel de vehículo de la nostalgia, invitando a un disfrute puramente emocional y hurtando su primera y primordial significación: todos ellos son objetos de información y comunicación en terrenos tan dispares como la política, el diseño gráfico, la historia contemporánea, la reproducción sonora, la moral, el espacio urbano, el feminismo, el lenguaje, el sexo, las técnicas de impresión, las drogas, la educación, la censura, el poder.

El título de esta exposición tiene una interpretación literal y una metafórica.
Sin red, sin redes, sin posibilidades de comunicación digital. ¿Cómo era la comunicación pública pocos años antes de la aparición de lo digital? O la pregunta extendida: ¿Cómo era la comunicación pública pocos años antes de la aparición de lo digital mientras un cambio político afectaba a toda la población de un país? Algunos de los espectadores de esta exposición lo recordarán; otros, por razones de edad, lo desconocen.
Los mensajes se transmitían a través de la voz natural, manuscritos, impresos, registros sonoros, cine y televisión.
Eran orales: asambleas, mítines, recitales, manifestaciones callejeras.
Eran manuscritas: la pintada, la pancarta.
Estaban impresos: libros, diarios, revistas, carteles, calendarios, pegatinas, octavillas.
Los dos registros exclusivamente sonoros eran los discos de vinilo y las cintas de casete.
La televisión solo emitía a través de dos canales estatales.
El cine se veía en pantalla grande o en cintas magnéticas de Betamax y VHS.
Vale también hacer la lista de lo que no existía: internet, Facebook, Instagram, twitter, WhatsApp, Youtube, Spotify, etc.

El uso metafórico de la expresión SIN RED alude a las circunstancias de incertidumbre, indefensión, incluso de persecución en las que se distribuían estos mensajes: demandas judiciales, censura, amenazas, represalias. Periodistas, sindicalistas, cantautores, cineastas, dirigentes vecinales, editores, pueblo en general corrían peligros más o menos grandes por expresar y difundir informaciones y opiniones. Este hecho, esta falta de seguridad, de red, lejos de provocar desánimos y renuncias parece, visto desde nuestro presente, que fuera un acicate para seguir defendiendo la libertad de comunicación. Basta repasar qué se decía y qué lenguaje se utilizaba para descubrir qué mecanismos de resistencia pone en marcha la necesidad. Otra cosa distinta, y quizás ya quede fuera del contexto de esta exposición, es saber cómo, cuándo y por qué varía nuestro concepto de lo que es necesario.
La exposición se titula definitivamente SIN RED; concluimos este breve prólogo preguntándonos sobre el acierto del título y si no habría en aquella época una, otra red, tejida con materiales que hemos ido perdiendo por el camino, tejida con un arte camino del desuso. O si lo prefieren, concluimos preguntándonos por el propio concepto de red.

Esta entrada en el blog pertenece al proyecto expositivo SIN RED. Modos de comunicación en la transición política española.
Inauguración: 21 abril 2019.

El poeta huye para salvar la vida

Collioure 1939. Les derniers jours d’Antonio Machado. Últimos días de Antonio Machado

Y muere en el intento.

Jacques Issorel publicó Collioure 1939. Les derniers jours d’Antonio Machado. Últimos días de Antonio Machado, en 1982. Llevaba años recogiendo testimonios, algunos de testigos todavía vivos, otros encontrados en publicaciones. El libro habla de lo que anuncia. Machado murió el 22 de febrero de 1939 en Collioure, donde había llegado unos días antes durante la retirada final de los republicanos españoles asediados por las tropas de Franco.

El texto central (hay además una antología poética de homenaje) ocupa escasas páginas y sin embargo, no necesita más para desvelar una historia desconocida por íntima y para situarla en un contexto de carácter universal.

Issorel actúa como hábil montador cinematográfico encadenando fragmentos de testimonios y desapareciendo tras las voces de los demás. Buena parte de los documentales actuales responden a este formato, pero conviene recordar que Collioure 1939 se publicó en 1982 y que es un libro impreso. Sorprendente.

No hay en el libro ni proclamas ideológicas ni análisis históricos ni siquiera crónica de la guerra civil. Todos son detalles cotidianos, casi imperceptibles, pero nada insignificantes; al contrario, todo significa en estas cuartillas: la pérdida del equipaje a la altura de la frontera con Francia; la pregunta de la madre agonizante de los Machado: “¿llegaremos pronto a Sevilla?”; las voces de Hitler en la radio del hotel en un segundo plano lejano y presente; la imposibilidad de escribir a las hijas de José, el hermano de Antonio, ya exiliadas en Rusia, porque ni los padres ni su tío tienen dinero para comprar sobres y sellos de correos; Corpus Barga facilitando un transporte para que los Machado no sigan caminando por los puertos de montaña helados del Pirineo; Navarro Tomás llegando con la carta del gobierno de la República que anuncia a Machado que el estado correrá con los gastos de su estancia en Francia.

Los últimos días de Machado fueron días importantes en la vida de otras personas, de su hermano, su cuñada, su madre, que lo sobrevivió solo tres días. También de ciudadanos que se encontraban con él por primera vez: Madame Quintana lo hospedó a él y a su familia en su pequeño hotel, cerca del mar; Juliette Figuères, la tendera, y Jacques Baills, el jefe de estación, se preocuparon de que todos los Machado tuvieran ropa, algún libro para leer, papel para escribir.

En Shoah, el documental de Lanzmann, un historiador del holocausto dice que cuando uno se plantea grandes preguntas, las respuestas suelen quedarse cortas, y por eso recomienda buscar el detalle, y colocar un detalle al lado del otro hasta tener la historia completa. Issorel recoge los detalles de esos días de febrero, y el lector no necesita mucho más para entender, si no sentir en la piel, qué es eso que todavía seguimos llamando exilio, pero que, en sus primeras horas, podríamos llamar expulsión.

Quien busque el libro en los estantes de la biblioteca La CALA no lo encontrará fácilmente y sin embargo, está aquí, guardado dentro de un archivador frágil de cartón en el que empieza a desdibujarse el rótulo escrito a mano: Antonio Machado.

Ahí dentro, además de este libro hay otros que tratan de la vida y obra del poeta y abundantes recortes periodísticos en francés y español relacionados con la celebración del 50 aniversario de la muerte del poeta. El archivador cumple treinta años.

En la biblioteca de La CALA, además de libros que hablan de Antonio Machado, hay algunos libros de Antonio Machado: sus poesías, su Juan de Mairena, su Complementarios, sus apuntes de clase. Están entre los libros de Valle-Inclán y los de Juan Ramón Jiménez.

AQUÍ HAY LIBROS es una sección de este blog dedicada a presentar libros que están al alcance de la mano en las estanterías de la biblioteca de La CALA.

Campos urbanizados y ciudades rurizadas.

César Cort Botí tenía un plan.

Acerca de las circunstancias que explican la llegada de libros hasta una biblioteca cabría establecer un inventario en el que abundaran las anécdotas de toda condición. En el caso de la biblioteca de La CALA hay un argumento que se repite con frecuencia, el de la necesidad: en un momento dado, en La CALA se llevan a cabo estudios o procesos de creación que requieren la presencia de nuevos libros. Volvió a ocurrir en junio de 2017 cuando se inició el proyecto Ciudadano César Cort, la creación de una exposición permanente para el Espacio Abierto Quinta de los Molinos. El ayuntamiento de Madrid pretendía con este encargo recuperar la memoria de uno de sus vecinos, César Cort Botí, arquitecto y urbanista que planteó en la década de los 30’ del siglo XX modelos de vida para la ciudad y el campo que hoy nos siguen pareciendo igual de recomendables, incluso igual de necesarios.

En la búsqueda de la documentación que necesitábamos llegó a esta biblioteca Campos urbanizados y ciudades rurizadas, libro editado en Madrid, en 1941, por la Federación de Urbanismo y de la Vivienda de la Hispanidad. El domicilio de la editorial, Plaza del Cordón, 1, era entonces el de Cort. La introducción del libro está fechada a 1 de marzo de 1937 en la legación de Noruega en Madrid donde según testimonio de familiares de César Cort Botí, este había buscado refugio huyendo de las tropas republicanas.

Campos urbanizados y ciudades rurizadas, con más de trescientas páginas y ciento treinta y cuatro ilustraciones es un libro técnico, práctico. Y es, al mismo tiempo, un estudio sociológico, un discurso político, un alegato ético en defensa de la honestidad. Algunas de las ideas de César Cort, desde la separación de residuos a la comarcalización de servicios en el mundo rural son hoy práctica habitual. Para otras, como contener el crecimiento de las grandes ciudades, es demasiado tarde.

Hoy sorprende la lucidez de César Cort, su capacidad de anticipación de problemas en la vida de ciudades y pueblos, que solo podían intuirse en aquel momento, y el acierto en muchas de las soluciones propuestas. Indigna que todo aquel conocimiento cayera en saco roto durante décadas, las que coinciden con la dictadura.

Junto a este volumen, llegaron otros impresos: La urbanización y el arte, Hablemos de Madrid, las Necrologías que le dedicaron sus compañeros de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; sirvieron estos y otros libros y documentos en formato digital para trazar algo parecido a un plano en el que situar las interrelaciones entre biografía, pensamiento y obra. Ese plano, punto de partida para el proyecto Ciudadano César Cort, tuvo como tantas otras veces la forma de un abecedario.

Ciudadano César Cort

Alcoi
Nació en Alcoi, en 1893. Allí vivió hasta los trece años. Alcoi había sido una ciudad próspera, estaba a punto de dejar de serlo.
La ciudad tenía en ese momento problemas de vivienda para sus vecinos y se llevaron a cabo proyectos urbanísticos de vanguardia.

Belleza
Desde niño encontró belleza en la arquitectura, en el trazado de las ciudades, en las obras de arte y también en las ovejas, los bueyes, los caballos, las mulas, los tulipanes, los pinos, los almendros. Fundó la editorial Plus Ultra, dedicada a libros de arte.

Ciudad
Defendía que las ciudades debían construirse para que la gente fuera feliz. Y que en cada barrio debían vivir mezcladas personas de toda condición económica. Ideó planes urbanísticos para Valladolid, Badajoz, La Coruña, Salamanca, Murcia, Burgos, Madrid, Ceuta, Montjuic.

Despoblación
Le preocupaba que los habitantes de los pueblos fueran a vivir a la ciudad por necesidad y el campo se quedara vacío. Su propuesta para que esto no sucediera tenía nombre: campos urbanizados.

Especulación
Se enfurecía, sí, se enfurecía contra la especulación inmobiliaria, el enriquecimiento rápido y fraudulento conseguido con la recalificación de terrenos, y las modificaciones arbitrarias de los planes urbanísticos.

Familia
La familia le parecía la mejor manera de vivir en sociedad. La familia cristiana, no entendía que pudiera haber otra.
Se casó dos veces, con una noble y con una criada. Tuvo cuatro hijos.

Göteborg
Y París, Roma, Londres… Viajó por Europa: Inglaterra, Francia, Portugal, Italia, Holanda, Suecia. Fueron viajes de aprendizaje, de negocios, políticos, muchas veces en calidad de presidente de la sección española de la Organización Internacional del Día Mundial del Urbanismo.
De vuelta traía semillas de flores para la Quinta de los Molinos.

Huerto
En las ciudades que imaginaba César Cort Botí los huertos estarían donde terminaran las últimas calles. Los vecinos podrían comprar productos naturales, de temporada, sin necesidad de transporte.

Idea
El ciudadano Cort tenía ideas para casi todo, para evacuar las aguas residuales, para ordenar el tráfico, para aprovechar los residuos, para conservar la vista del skyline de Madrid de principios de siglo, para regular el precio del pan, para mejorar la prensa escrita, para formar a los albañiles. Las defendía en público, con vehemencia. Casi nadie le hacía caso.

Jardín
Estaba seguro de que la solución para el aire limpio de las ciudades era llenarlas de parques, y de jardines, públicos, privados, de patios llenos de vegetación. Contra la idea de los “grandes pulmones de la ciudad”, concentrados en pocos sitios, prefería una distribución continua de espacios verdes, incluso construir “vías parques” peatonales que comunicaran núcleos de habitación.

Künstlerischen
Camilo Sitte fue un arquitecto austriaco que escribió Der Städtebau nach seinen künstlerischen Grundsätzen, (Construcción de ciudades según principios artísticos) La palabra  künstlerischen es la que se traduce por artístico. El libro fue muy importante para el urbanismo de principios de siglo XX en toda Europa.
César Cort inauguró en 1956 el curso académico del Instituto de España con un discurso titulado La urbanización y el arte.

Limpieza
No lo dudó nunca: la mejor manera de mantener limpia una ciudad era no ensuciarla. Como esto resultaba imposible, diseñó sistemas y herramientas para la limpieza de calles, plazas y parques: escobas, carros con cubos de doble depósito, contenedores de acera, camiones con volquete; pensó en cómo separar y aprovechar los residuos; pidió que se legislara para abandonar hábitos antiguos poco saludables.

Madrid
César Cort pasó la mayor parte de su vida en Madrid. Vivió en la calle General Arrando, en la Plaza del Cordón nº 1 y en La Quinta de los Molinos.
Fue un personaje público: concejal monárquico durante la Segunda República, catedrático en la Escuela Superior de Arquitectura, miembro de La Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Cuando murió en 1978, era propietario de una enorme cantidad de suelo en la zona norte de la ciudad. Allí había querido construir sus ciudades ideales. Solo alcanzó a levantar Las Mercedes.

No
Podríamos hacer una lista de las cosas a las que César Cort dijo No: a la ciudades de más de un millón de habitantes; a la pereza; a los aparcamientos de coches junto a las aceras; a la especulación; a las “casas baratas”; a los largos desplazamientos en vehículos privados o públicos por la ciudad; a las “ciudades dormitorio”; a los ayuntamientos que creían que los vecinos estaban a su servicio; a la ignorancia; a los “ensanches” salvajes de las ciudades; a la lucha de clases; al éxodo del campo a la ciudad; a la utilización del deporte como válvula de escape; al comunismo; a los rascacielos que no dejan pasar la luz del sol.

España
Siempre pensó que la reconstrucción de España tras la Guerra civil había sido una oportunidad perdida para reformar ciudades y pueblos donde se pudiera vivir mejor. Atribuyó el fracasó a constructores deshonestos, funcionarios incompetentes, y ayuntamientos sometidos al poder central.

Olvido
No está olvidado, pero tampoco se le recuerda mucho. Cuesta encontrar información veraz sobre su vida, sobre sus ideas que no esté en sus propios libros. La excepción: la tesis de María Cristina González: César Cort y la cultura urbanística de su tiempo. Desde julio de 2018, Espacio Abierto Quinta de los Molinos le dedica una exposición permanente.

Pueblo
Criticaba a los que iban al pueblo a cazar, a pasar unas horas el fin de semana, o a dar vueltas por las propiedades y regresaban a la ciudad opinando sobre todo. Si alguien quería conocer la vida de los pueblos debía pasar tiempo allí, juntarse con su gente, escucharlos, conocer sus problemas, sus dificultades.

Quinta
La Quinta de los Molinos fue su refugio, vivió durante décadas, en la Casa de arriba, luego en la Casa del Reloj, las dos construidas por él. Plantó árboles, arbustos, flores, el agua llegaba a cada rincón por un sistema de riego que ponían en marcha los molinos movidos por el viento. Él mismo cultivaba la tierra por las tardes, en compañía de algunos trabajadores. Tenía granja propia, piano de cola, lámparas de palacio y un vestidor con cientos de camisas; en la cochera guardaba el Cadillac negro.

Rural
Encontró una solución contra la despoblación del campo, permitir que sus habitantes disfrutaran de los mismos servicios que en la ciudad. Para ello deberían agruparse las aldeas y los pueblos pequeños en comarcas, y compartir el hospital, el servicio contra incendios, la casa de socorro, las escuelas profesionales, la biblioteca, el museo, el cine, el teatro. Todo debería situarse en sitios de fácil acceso para llegar con facilidad.

Separación
No cualquier separación: separación de residuos. Sus propuestas eran separar los residuos públicos de los domésticos. Y entre los domésticos, separar restos de alimentos, cenizas de carbón, polvo, trozos de vidrio y loza, botes y trapos. Separar para aprovechar todo lo que se pueda. Era el año 1937 y no se utilizaba todavía la palabra reciclaje.

Tráfico
Se enfadaba, sí se enfadaba viendo la cantidad de tiempo y energía que perdían los habitantes de las ciudades para llegar de un sitio a otro, especialmente para llegar hasta su trabajo y para volver de él a sus casas. Se enfadaba porque las ciudades habían nacido para hacer la vida más fácil y estos desplazamientos obligaban a la gente a correr, aumentaban su cansancio y su mal humor.

Urbanología
La primera cátedra de urbanismo en la universidad española fue de urbanología y la fundó el profesor Cort en la facultad de Arquitectura de Madrid. La urbanología no solo se ocupaba del sistema de planificación, construcción y organización de los edificios y los servicios de una población; también pensaba en el común bienestar de sus habitantes, del físico y del espiritual.

Vida
Nadie ha escrito una biografía completa de César Cort, quedan las anécdotas relatadas por algunos familiares, algunos documentos desperdigados, muy pocas imágenes recortes de prensa. Queda el recuerdo de un hombre culto, discutidor, terco, tenaz, exigente, cristiano, monárquico, enemigo de las ideas socialistas, empresario de éxito, convencido de que las tres principales virtudes del ser humano son la honestidad, la decisión y la inteligencia.

Wólfran
Fue en Fontao, en Galicia, en las minas de Wólfran, donde César Cort abandonó prácticamente su carrera como arquitecto y urbanista y se convirtió en empresario. Eran los años cuarenta del siglo XX.

Xenofilia
Cort buscó inspiración en urbanistas alemanes, franceses e ingleses de la época, y en ejemplos de cualquier parte del mundo y de cualquier momento histórico, era un xenófilo convencido; pero reprochaba a los españoles su afición a copiar cualquier novedad del extranjero sin pararse a pensar si el ejemplo era bueno para nuestro país.

Yebes
El conde Yebes, el conde de Romanones, Julio Camba, el escritor, fueron amigos suyos.

Zoning
En español: zonificación. Zonificar es legislar para poner orden en las ciudades: decidir qué uso se va a dar los solares (comercial, residencial, servicios); qué parte de la ciudad puede estar construida y qué parte libre; limitar la altura de los edificios dependiendo de la calle.
Edward Bassett fue el padre del zoning, lo pensó para N.Y. a principios del siglo XX. César Cort defendía el zoning, y, al final de su vida, llegó a redactar un Código de urbanización que recogía doce normas con las que poner fin al desorden, los abusos, el mal gusto y la especulación.

AQUÍ HAY LIBROS es una sección de este blog dedicada a presentar libros que están al alcance de la mano en las estanterías de la biblioteca de La CALA.

De lo que es la sombra. Tratado de la pintura de Leonardo da Vinci.

Leonardo da Vinci nunca dio a la imprenta un libro titulado Tratado de la pintura y, sin embargo, es su libro, un libro hecho y vuelto a hacer por amigos, eruditos, editores que durante cuatro siglos encuentran, agrupan, ordenan y dan sentido a materiales dispersos en los que Leonardo se ocupa de cuantos temas relativos al arte de pintar podamos pensar, con una amplitud de miras (sí, de miras) de la que puede dar cuenta esta selección de epígrafes entresacados del índice: Argumentación del poeta contra el pintor. De si es mejor dibujar en compañía o no. Evita los perfiles, es decir los límites bruscos de las cosas. De los colores reflejados por la carne. De la belleza de los rostros. De dónde nace el azul del aire. Del movimiento causado por la destrucción del equilibrio. Del fingir un lugar selvático. De por qué las cosas se ven menos cuanto más se alejan de la vista. Del viento pintado. De lo que es la sombra.

Cincuenta láminas en negro, treinta y ocho en sepia, cuatro en colores y cientos de viñetas calcadas sobre croquis de Leonardo nos permiten ver lo que leemos. Giorgio Vasari firma una vida de Leonardo y el poeta Paul Valéry discurre sobre “Leonardo y los filósofos”.

Dice Paul Valéry: “La belleza es una especie de muerta. La han suplantado la novedad, la intensidad, la extrañeza; en suma, todos los valores de choque. La excitación en bruto es dueña soberana de las almas recientes; y las obras tienen por función actual arrancarnos del estado contemplativo, de la felicidad estática cuya imagen estaba en otro tiempo íntimamente unida a la idea general de lo Bello.”

Aún no ha empezado la contemplación del libro cuando el editor, de la mano de Valéry nos invita a situarnos, a reconocernos en un lado u otro. Y no solo en lo referido a las distancias entre la perfección y la originalidad, también en las distintas maneras de enfrentar la realidad que ofrecen la filosofía y el arte. Continúa Valéry: “Mientras que para el verdadero filósofo el límite que hay que alcanzar y el objeto que hay que encontrar al final de las excursiones y operaciones del espíritu es lo que es, el artista se propaga en la posibilidad y se hace agente de lo que será.”

Reflexión que recuerda a la de la escritora española María Zambrano: “La cosa del poeta no es jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la complejísima y real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y la que no habrá jamás. Quiere la realidad, pero la realidad poética no es solo la que hay, la que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa, pues todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás.” Y concluye: “El poeta no le teme a la nada”.

Leonardo no le temió a la nada.

Hay algunos libros de María Zambrano en la biblioteca de la CALA, ediciones de bolsillo que no se parecen en lo formal a la lujosa edición de este Tratado de la pintura, una edición que estuvo al cuidado de Teodoro Becu, Pedro Henríquez Ureña y Attilio Rossi, que trabajaron para la editorial Losada de Buenos Aires. El Dr. Ernesto Sábato se encargó de corregir los dibujos de las viñetas que había trazado G. Francesco de Rossi para la edición de 1817, publicada por Guglielmo Manzi en Roma.

El volumen se terminó de imprimir un veintitrés de diciembre de mil novecientos cuarenta y cuatro en los talleres de la Imprenta López, sita en el número 666 de la calle Perú en la ciudad de Buenos Aires. No es el único libro de esta biblioteca que tiene este pie de imprenta, la edición de 1944 de Pleamar, de Rafael Alberti y la de 1948 de A la pintura del mismo autor también salieron de ese número 666 de la calle Perú.

Canta Alberti en el poema que dedica a Leonardo en A la pintura: “Es la contemplación, es la obstinada / fijeza agotadora del detalle, / el minucioso análisis que lleva / más allá de los términos del éxtasis.” Vale decir algo parecido para los libros que producía la Imprenta López en aquellos años 40’ mientras en Europa olía a carne quemada, carne humana, real, la misma que enseñaba a dibujar Leonardo cuatro siglos antes buscando la belleza.

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Queridos monstruos.

Queridos, deseados, buscados, creados, parece que nos cuesta vivir sin monstruos a nuestro alrededor. En la biblioteca de La CALA abundan, ocupan buena parte de un tercer estante, al alcance de los niños.

Es lógico que los monstruos habiten las bibliotecas, durante siglos los monstruos vivían en los libros. A pesar de los intentos de Homero, San Agustín, John Mandeville, Ambroise Paré y de tantos otros por hacer creer a sus contemporáneos que los monstruos habitaban desde tierras incógnitas hasta algún barrio de París, lo cierto es que fuera de libros, pinturas, esculturas, dibujos y tapices no se prodigaban y la población tenía que conformarse con el relato de su existencia o forzar el concepto y admitir dentro de la categoría a seres deformes o mutilados por causa de nacimiento, accidente o enfermedad.

Que nadie se encontrara con ellos a la vuelta de una esquina no menguaba su importancia; se sabía que estaban ahí, que no eran fruto de la imaginación, se les reconocía en su ambivalencia simbólica: eran, a la vez, fruto del poder de Dios que podía permitirse hasta crear monstruos, y expresión del mal.

Diferentes, extraños, dañinos, muchas veces feos, y poco dados a procrear. Excepcionales, pero nunca insólitos; al contrario, hasta el Renacimiento a casi todo el mundo le parecía normal que existieran. Y más allá: se necesitaba su existencia porque intelectualmente permitía justificar lo desconocido y lo inexplicable, y moralmente permitía situar el mal fuera de los seres “normales”, volverlo ajeno, juzgarlo y condenarlo, eximiendo de responsabilidades.

Y no fueron las críticas de Luciano de Samosata en el s.II, ni las de San Bernardo de Claraval en el s.XII las que acabaron con estas creencias; fueron las navegaciones, los descubrimientos geográficos, las crónicas, los mapas, los avances científicos, los hechos empíricos los que fueron desterrando poco a poco la idea de la existencia de los monstruos.

Un buen día (disculpen la metonimia) dejó de haber monstruos, el mismo día que una buena parte de la humanidad decidió crearlos. Salieron de la vida cotidiana por la puerta de la iglesia, la religión, el catecismo y volvieron a entrar por espacios de representación tan diversos como la literatura, incluida la infantil; la caricatura satírica, el cine, el cómic, la tv, los videojuegos, el arte.

Su función ha cambiado, ahora los convocamos para disfrutar del miedo (de mentiras), provocarnos risa o hacernos compañía.

Ya no son criaturas de dios, sino de autores de carne y hueso, mayoritariamente artistas. Ya no son portadores del mal; han diversificado sus funciones: provocan susto, ofrecen afecto, trasmiten valores estéticos. Ya no trabajan para la iglesia, ahora están en nómina de las grandes empresas y producen pingües beneficios en las subastas de arte, en las taquillas de los cines, en las ventas de best-sellers.

Del mal, ahora, nos encargamos cada uno de nosotros, usted y yo, este ha sido el gran descubrimiento de la Modernidad al que contribuyeron ciudadanos tan dispares como Goya, Freud o Kafka.

Quizás por esto, durante el siglo XX, exceptuando algunos poderosos, casi irreales de tan poderosos, la mayoría de la gente evitó el retrato naturalista que les devolvía su propia cara y prefirió la versión deformada, caótica, monstruosa, como si se sintieran más cómodos con esa imagen.

Hasta que llegó el selfie que, devolviéndonos a todos nuestra cara y nuestro cuerpo, deja bien claro que ya no hay nada de lo que asustarse, nada que temer: el mal ya no existe. Todos somos buenos. Todos, eso es importante.

P.S.: En las imágenes que acompañan este texto pueden leerse nítidamente títulos y autores de libros que contienen monstruos y que están en ese tercer estante de la biblioteca de La CALA. Hay monstruos en otros estantes, en otros libros, en los de literatura fantástica, en los de anatomía, en los de arte (que tienen el arbitrario privilegio de guardarse en una estantería con puertas de cristal) en los de diseño gráfico, en los infantiles, en los libros infantiles hay una cantidad desmesurada de monstruos. Y en los de Topor, claro.

Otro día sacaremos libros de esos estantes.

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No quiero contar mi vida. Karl Vossler escribe sobre el pudor.

El relato autobiográfico ocupa ahora mismo un lugar cuantitativamente importante en la novela, el cómic, el cine y el documental. El gusto de escritores y lectores por esta proximidad del lenguaje a referentes conocidos, privados, incluso íntimos tiene abundantes argumentos de defensa y numerosas explicaciones; no se utiliza mucho la palabra realismo, ni neo-realismo, pero subyace en todas estas obras el ideal de representar con exactitud (algunos la llaman sinceridad) un pedazo de realidad cotidiana que se deja atrapar directamente por los sentidos.

Entre los comentarios de defensa de esta actitud literaria se esgrime que es fruto de una victoria sobre el pudor. El pudor no es un tema extraño a la crítica literaria; cuando el hispanista Karl Vossler se puso a analizar el realismo en el Siglo de Oro español, concluyó: “Tan pronto como los poetas presienten, o reconocen, que no pueden evitar de ninguna manera el exponer sus íntimos sentimientos con su lenguaje, y que siempre, voluntaria o involuntariamente, la poesía es denunciadora de los secretos del alma, se despierta en unos más y en otros menos enérgicamente, el deseo de velar o encubrir su mundo interior, es decir, de no mostrarlo impúdicamente desnudo, sino revestirlo con artístico decoro presentándolo objetivamente asimilado a la realidad. Inspirado en este pudor literario, el padre del realismo moderno, Gustavo Flaubert, proclamó el principio de un arte impersonal, con el que aconsejaba al poeta, no la abolición de su personalidad -lo que sería imposible-, pero sí la subordinación y disciplina bajo la ley del arte.”

El libro de Vossler: Literatura española. Siglo de Oro es un regalo para la memoria y el entendimiento, lo que no me impide, al contrario, discutir semejante afirmación o, por lo menos, discutir la generalización de la misma.

Quiero pensar que no utilizar materiales biográficos como argumento de las obras literarias (de aquellas que tienen argumento) es una decisión tomada mayoritariamente a partir de criterios artísticos y no por el impulso de algún rasgo de personalidad más o menos incontrolable, tal el pudor. Un pudor, por cierto, al que hoy se le atribuyen cualidades negativas con la misma gratuita superficialidad con la que en otras épocas se le atribuyeron positivas.

Quienes en nuestro presente defienden una obra apelando al estado psicológico del autor, la falta de pudor en el caso que nos ocupa, durante el proceso de creación de la misma, quienes reivindican la relación automática entre esta falta de pudor y algo como el valor literario, confunden el sujeto con el objeto, confusión que suele acarrear algunas calamidades en cualquiera de los dos sentidos que se presente. Confusión interesada que renueva otras más clásicas, aquellas que volvían objeto de admiración las obras del monje, del revolucionario, de la celebridad, solo por ser ellos mismos admirados. A esto se le llama, no sé si con ambigüedad calculada o no, poner la vida por delante, y provoca que el debate crítico se desvíe hacía la diferenciación entre escritores reprimidos y liberados, cuando de lo que se trata es de algo tan antiguo como encontrar una definición de realismo, para los que nos conformamos con eso, y una definición de verdad para quienes encuentran sosiego en la identificación: a es a.

Los escritores que renunciamos al anecdotario personal; mejor dicho: cuando los escritores renunciamos al anecdotario personal, no estamos más reprimidos, ni somos menos valientes, ni menos sinceros que cuando exhibimos las notas de nuestra agenda; y tampoco estamos más alejados de la representación de la realidad (a no ser que cultivemos géneros maravillosos), cuando en nuestra obra renunciamos a identificar la calle en la que nacimos, a quiénes hemos amado, la canción que más veces hemos escuchado en nuestra vida y la marca de nuestro güisqui favorito.

Sí, el tema del realismo es un buen tema. Volveremos sobre él.

Esta entrada en la sección (Aquí hay libros) la ha disparado la aparición de la palabra pudor en el texto de Vossler. El verbo disparar y el sustantivo disparate interesaron a José Bergamín. La edición de Literatura española. Siglo de Oro que hay en la biblioteca de La CALA es la de 1941, y está impresa en México D.F. por Editorial Séneca, fundada unos meses antes por Bergamín, recién llegado al exilio.

Hay otros libros de Editorial Séneca en esta biblioteca, uno de ellos es la primera y polémica edición en español de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
Los libros de Editorial Séneca no son llamativos, hay días que pasan desapercibidos en los estantes dedicados a poesía y a estudios literarios.
Este ejemplar de Literatura española. Siglo de Oro tiene varias páginas marcadas con el sello de un colegio jesuítico de una urbe latinoamericana; esto invita a pensar que se trata del fruto de un expurgo. En la biblioteca de La CALA hay decenas de libros provenientes de expurgos, libros que encuentran refugio entre estas paredes en ese instante que precede a su destrucción.

La misma tarde que leo el libro de Vossler releo Pic-nic de Fernando Arrabal en un ejemplar desencuadernado, también proveniente de un expurgo, esta vez el de una biblioteca municipal de un pequeño pueblo aragonés.

La introducción a esta edición de Pic-nic la escribe Ángel Berenguer. Al lado de pasajes esclarecedores y relevantes acerca de la génesis del texto; junto a claves literarias de lectura que favorecen el disfrute de la obra (el reconocimiento de la dicotomía verosímil-inverosímil), aparecen comentarios que hoy me hacen sonreír y que quizás tomé muy en serio la primera vez que los leí. Es el caso de la explicación acerca de la escasa importancia que Arrabal otorga a la relación entre dos personajes de la obra, el señor Tepán y su esposa la señora Tepán; dice Berenguer: “permítasenos señalar aquí una posible injerencia de la mediación autobiográfica que, en esta primera obra de Arrabal, y dado el contexto en que fue producida, nos proporciona ciertos elementos explicativos. El padre de Arrabal sufre la incomprensión de su esposa durante su permanencia en la cárcel”.

La sonrisa crece, se multiplica, se vuelve interrogante: ¿es Arrabal un escritor pudoroso? ¿Es Pic-nic una obra realista? ¿Qué nuevos libros valiosos traerá hasta esta biblioteca el próximo expurgo?

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Tesoros (ediciones pataphysicas)

Grassa Toro

La CALA dio soporte administrativo, desde 2001, al Altíssimo Instituto de Estudios Pataphysicos de la Candelaria. Chodes-Bogotá, para editar doce Tesoros que, como tantos tesoros, han permanecido ocultos para la mayoría de la población durante algunos años. Los nuevos medios virtuales invitan a una renovada distribución de obras que fueron, son y serán cumbres del conocimiento inútil. Poco a poco, iremos extrayendo de recónditos almacenes los escasos ejemplares que todavía quedan intactos y los pondremos a disposición del público a través de la librería on-line de La CALA.

Se llamaron Tesoros porque son tesoros, lo dijo el policía del aeropuerto de Bogotá cuando un 11 de septiembre de 2001 un grupo de pataphysicos denunció el robo de ‘Pataphysica de las impresiones, en una de las salas de espera de un aeropuerto desierto: “¿Se extrañan de que les hayan robado un libro? Un libro es un tesoro”. En realidad, el catálogo de la exposición del mismo nombre no era un libro, era una caja de cartón llena de postales, doble tesoro.

Quien desee un rápido plano del Tesoro, puede desplegar ante sus ojos estas breves notas que puntúan algunos de los hitos de este proyecto que fue más y menos que una editorial.

El Altíssimo Instituto de Estudios Pataphysicos de La Candelaria. Chodes-Bogotá se fundó por miembros activos del Collège de ‘Pataphysique el 19 clinamen 128 E.P. (10 de abril 2001 vulgar), en la Gare du Nord de París.

El 1 gidouille 128 E.P. (15 de junio de 2001 vulgar), el n° 4 de los Carnets Trimestriels del Collège de ‘Pataphysique dio la primera noticia de la fundación de este Instituto Extranjero.

El 28 phalle 128 E.P. (7 de septiembre de 2001 vulgar), tres acontecimientos en uno anunciaron al mundo que la Candela Verde se había prendido en las dos orillas del Océano Atlántico para no apagarse: en la Biblioteca Nacional de Colombia se inauguró la exposición ‘Pataphysica de las Impresiones; apareció el catálogo de la misma, que será ya para siempre la primera publicación del Instituto; y el Rector Magnífico dictó la conferencia popular: La ‘Pataphysica al alcance de todos y de nadie.

El 10 sable 130 E.P. (10 de diciembre 2002 vulgar), salió de la Imprenta de la Editorial Códice de Bogotá el libro Ubú, rey mudo, imaginado por Isidro Ferrer.

El 21 As 131 E.P. (23 de noviembre de 2003 vulgar), apareció a la luz pública Cartas Marcadas, libro de Pep Carrió.

El 14 gidouille 131 E.P. (28 de junio de 2004 vulgar), la conferencia La ‘Pataphysica al alcance de todos y de nadie, pronunciada por el Rector Magnífico se materializó en formato de libro y de CD.

El 25 palotin 132 E.P. El álbum de El Rinoceronte, coordinado por Juan Mejía se abrió hueco en el universo.

El 20 tatane 132 (2 agosto 2005), el Altíssimo Instituto de Estudios Pataphysicos de La Candelaria tomó posesión en la localidad de Chodes de un pedazo de tierra del Reino de Aragón, antiguo dominio del Rey Ubú. San Caracol ayuda en labores de acarreo de archivos y biblioteca. El Altíssimo Instituto abrió su sede permanente en La CALA.

En la actualidad, tras la proclamación del Gran Apagón, decretado por el Rector Magnífico en 2014 vulg., el Altíssimo Instituto no mantiene actividad pública.

Inventario de primeros Tesoros rescatados

(sigue el trabajo arqueológico para rescatar ejemplares del resto de Tesoros, avisaremos oportunamente de su aparición).

‘Pataphysica de las Impresiones

Catálogo de la exposición ’Pataphysica de las Impresiones, consagrada a recorrer la historia editorial del Collège de ‘Pataphysique.

12 x 16 cm.
caja de cartón con 32 postales: 28
edición numerada de 128 ejemplares (últimos ejemplares a la venta)
El 28 phalle 128 E.P. (7 de septiembre de 2001 vulgar),


21 euros

Ubú rey mudo

Imágenes de Isidro Ferrer para Ubú rey, de Alfred Jarry.

10 x 10 cm.
54 págs.
cubierta serigrafiada
edición de 227 ejemplares (últimos ejemplares a la venta)
El 10 sable 130 E.P. (10 de diciembre 2002 vulgar),


17 euros

Cartas marcadas

Collages de Pep Carrió

10 x 13,5 cm.
60 págs.
edición de 494 ejemplares
El 21 As 131 E.P. (23 de noviembre de 2003 vulgar),


15 euros

La ‘Pataphysica al alcance de todos y de nadie (conferencia popular)

Texto íntegro (impreso y en audio) de la conferencia pronunciada por el Rector Magnífico en la Biblioteca Nacional de Colombia, durante los actos de fundación del Altíssimo Instituto de Estudios Pataphysicos de La Candelaria.

17 x 24’5 cm.
48 págs.
contiene CD
tirada de 413 ejemplares
El 14 gidouille 131 E.P. (28 de junio de 2004 vulgar),


17 euros (contiene CD original)

Álbum de El Rinoceronte

Álbum de cromos con imágenes de El Rinoceronte, coordinado por Juan Mejía

64 págs.
24 x 33,5 cm.
15 hojas sueltas con 265 imágenes
desplegable mapamundi
edición de 532 ejemplares
25 Palotin 132


20 euros


De leyendas negras y de realidades sin adjetivo.

Escribe Fray Bartolomé de las Casas en Brevísima relación de la destrucción de las Indias: “Y cuando algunos cansaban y se despeaban de las grandes cargas y enfermaban de hambre y trabajo y flaqueza, por no desensartarlos de las cadenas les cortaban por la collera la cabeza y caía la cabeza a un cabo y el cuerpo a otro”.
Y esto: “La isla de Cuba es cuasi tan luenga como desde Valladolid a Roma: está hoy cuasi toda despoblada. La isla de San Juan y la de Jamaica, islas muy grandes y muy felices y graciosas, ambas están asoladas. Las islas de los Lacayos, que están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del norte, que son más de sesenta, con las que llamaban de Gigantes y otras islas grandes y chicas y que la peor dellas es más fértil y graciosa que la Huerta del Rey de Sevilla y la más sana tierra del mundo, en las cuales había más de quinientas mil ánimas, no hay una sola criatura: todas las mataron trayéndolas y por traellas a la isla Española, después que vían que se les acababan los naturales dellas”. Y mucho más.

Escribe María Elvira Roca Barea en Imperofobia y leyenda negra (Siruela, 2017): “Tengo para mí que muy pocas personas han leído la Brevísima. Su mera lectura es suficiente para desacreditarla como documento fidedigno y no hace falta desarrollar ningún tipo de razonamiento. produce estupor y lástima a partes iguales. Nadie con un poco de serenidad intelectual o sentido común defiende una causa, por noble que sea, como lo hizo el dominico. Solo el haber caído en manos de la propaganda ha podido hacer de fray Bartolomé un apóstol de los derechos humanos”.

En la Biblioteca de La CALA están los dos libros que acabamos de citar y los hemos leído los dos.

Fray Bartolomé de las Casas nunca ha sido bien visto por quienes califican la Conquista de América por los españoles como algo positivo. Hay rachas, pueden pasar años sin que nadie se acuerde de él y, de repente, vuelve a ser blanco de todas las iras.

El 27 de enero de 2018, el diario El País publicaba un artículo titulado “Operación: lavar la imagen de España, en el que, a requerimiento del periodista Borja Hermoso, el señor Borja Cardelús dice a propósito del nacimiento de Fundación Civilización Hispánica. “Esto nace después de tantos años de aguantar la losa de la leyenda negra, aventada por otros países y sobre todo por Inglaterra y Holanda en su momento por razones religiosas y políticas, aunque tiene su origen en un español, Fray Bartolomé de las Casas, que fue el tonto útil de todo esto. Se ha vertido una cantidad increíble de falsedades que hablan de España como un país genocida y destructor de las culturas americanas, y esto no solo no se apaga, sino que cada 15 o 20 años recrudece, también entre buena parte de la población española”.

Leyenda y negra, así se le llama todavía, ahora ya es difícil cambiarle el nombre. Hace referencia, entre otras cosas, a la campaña de denuncia que iniciaron en el siglo XVI varios países europeos poniendo en evidencia los abusos de los conquistadores españoles en América. El término todavía es de uso común.

El 27 de marzo de 2015, Silvia Blanco firma en El País, con el título “Un Hernán Cortés globlal”, una reseña de la exposición Itinerario de Hernán Cortés (comisariada, entre otros, por Martín Almagro) y señala que el recorrido ha encontrado “un grabado de 1594, que representa a Núñez de Balboa “aperreando a los indios”, dice el título; echándoselos a comer a los perros. La nota explicativa reza: “Versión deformada de las críticas exageradas de fray Bartolomé de las Casas popularizada por la leyenda negra”.

Fray Bartolomé de Las Casas fue Cronista de Indias, y no fue el único. Bernal Díaz del Castillo, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Fray Ramón Pané, Diego de Landa, Josef de Acosta, Bartolomé Álvarez, Pedro Sarmiento de Gamboa, entre otros, relatan la conquista y el descubrimiento mientras se está llevando a cabo, o muy poco tiempo después.

Descalificar a Fray Bartolomé de Las Casas tratándolo de enajenado o de tonto útil, intentar presentarlo como el único que denunció abusos y crueldades cometidos por los conquistadores, supuestamente inventados por él, apunta a una falta de lectura, si no a una lectura interesada.

Los libros de Crónicas de Indias ocupan en la biblioteca de La CALA un armario pequeño, exento, con puerta de cristal, que se sitúa entre los dos grandes ventanales que dan al jardín. Abrir uno a uno los volúmenes, leer con calma entre los miles de páginas nos ofrecerá una versión bien distinta de la que intentan difundir los detractores de Fray Bartolomé, que quieren hacer del dominico un ejemplo excepcional.

Fray Diego Durán, en Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme comenta a propósito de una matanza de Pedro de Alvarado: “fueron todos (los indios) muertos, quedando el patio lleno de sangre de aquellos desventurados, y de tripas y cabezas cortadas, que era el mayor dolor y compasión que se pudo pensar, especialmente con los dolorosos gemidos y lamentaciones que allí en aquel patio se oían, sin poderlos favorecer, ni ayudar, ni remediar”.

Y a propósito de otra de Hernán Cortés: “Aunque los muertos de aquel día fueron, por todos, así de los unos, como de los otros, más de cuarenta mil hombres y mujeres, que huyendo de la refriega y de la muerte cruel que los españoles e indios amigos les daban, se echaban en las acequias, así mismo como a sus hijos e hijas, por no verse en poder de los españoles. Y fue tanto el hedor que hubo de cuerpos muertos que, aunque los echaban fuera de la ciudad, no los podían agotar, ni se podían valer del mal olor por muchos días”.

Fray Diego Durán, dominico, llegó a América alrededor de 1542; son sus fuentes códices y manuscritos, “pinturas”, y lo que ve y lo que escucha de testigos vivos. En el "Prólogo" del libro, Durán expone claramente su propósito: su misión es evangelizar a los indios, para ello hay que eliminar de raíz su antigua fe; para eliminarla hay que conocerla, identificarla, describirla; y para lograrlo se necesita toda la información, información que él recogerá, convirtiéndose en lo más parecido a lo que entendemos por etnógrafo.

Fray Diego Durán, se horroriza de las matanzas, pero, impertérrito, declara que puestos a acabar con una población, los españoles erraron las víctimas y la intención: “Y si los españoles, entre las grandes crueldades y atroces que hicieron en matar hombres y mujeres y niños, mataran cuantos viejos y viejas hallaran, para que los nacidos después acá no tuvieran noticia de lo antiguo, fuera quizá, haciéndolo con celo de dios, pecado y crueldad más remisible delante de Su Majestad que no el haberlos muerto y empalado y aperreado y ahorcado, por quitarles su oro y su plata y joyas, pues con ello, por ser mal llevado, quizá se fueron al infierno, y quizá con estotro, mezclándose celo de Dios, se salvaran y se fueran al cielo doliéndose de sus culpas”.

Es cierto, y así lo afirman los que tildan a Fray Bartolomé de Las Casas de exagerado y mentiroso, que los españoles nunca pensaron acabar con toda la población; la principal razón era que necesitaban esclavizarla.

“Y allí se nombraron alcaldes y regidores y se dio orden cómo se corriese los rededores sujetos a Méjico, en especial los pueblos adonde habían muerto a españoles, y allí se hizo el hierro con que se habían de herrar los que se tomaban por esclavos”. Así lo recoge Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Herrar es marcar un signo de propiedad a fuego sobre la piel.

La costumbre de la esclavitud seguía viva varias décadas después, cuando Pedro Sarmiento de Gamboa escribe en carta al Rey de España: “Afirmo a Vuestra Majestad lo que otras veces, que esto de la esclavería desta tierra es desordenada y se hace con mala conciencia y con muchos daños y abominaciones, y que, desta manera, brevemente quedará la tierra sin naturales, como fue lo de Santo Domingo y Cubagua y Cuba y Jamaica y Puerto Rico, y lo mesmo será del Viaza, adonde envían de aquí a comprar o rescatar esclavos indios”.

Acerca de la merma de las poblaciones, ya se había hecho eco Diego de Landa en Relación de las cosas del Yucatán: “Que se alteraron los indios de la provincia de Cochua y Chectemal y los españoles los apaciguaron de tal manera que, siendo esas dos provincias las más pobladas y llenas de gente, quedaron las más desventuradas de toda aquella tierra. Hicieron (en los indios) crueldades inauditas cortando narices, brazos y piernas, y a las mujeres los pechos y los echaban en lagunas hondas con calabazas atadas a los pies, daban estocadas a los niños porque no andaban tanto como las madres, y si los llevaban en colleras y enfermaban, o no andaban tanto como los otros, cortábanles las cabezas por no pararse a soltarlos. Y trajeron gran número de mujeres y hombres cautivos para su servicio con semejantes tratamientos”.

Diego de Landa era franciscano y dirigió un auto de fe en Maní, el 12 de julio de 1562, del que nos ha quedado el relato que Diego Rodríguez Vibanco hizo a Felipe II: “Comenzaron el negocio con gran rigurosidad y atrocidad, poniendo a los indios en grandes tormentos de cordeles y agua, y colgándoles en alto a manera de tormento de garrucha con piedras de dos y tres arrobas a los pies, y allí colgados dándoles muchos azotes hasta que les corría a muchos de ellos sangre por las espaldas y piernas hasta el suelo; y sobre esto los pringaban como se acostumbra hacer a los negros esclavos, con candelas de cera encendidas y derritiendo sobre sus carnes la cera de ellas”.

Se busca el bien de los indios, lo recuerda Josef de Acosta en Historia Moral y natural de las Indias. “hubiese siquiera la mitad del cuidado en ayudarles su salvación (la de los indios) del que se pone en aprovecharnos de sus pobres sudores y trabajos, sería la cristiandad más apacible y dichosa del mundo. Nuestros pecados no dan muchas veces lugar a más bien. Pero con esto digo –lo que es verdad y para mí muy cierta- que, aunque la primera entrada del Evangelio en muchas partes no fue con la sinceridad y medios cristianos que debiera ser, mas la bondad de Dios sacó bien de ese mal e hizo que la sujeción de los indios les fuese su entero remedio y salud”.

Dominicos, franciscanos, jesuitas, Fray Bartolomé de Las Casas no fue el único en levantar acta de la tortura, la esclavitud, el asesinato, la destrucción. Las Crónicas de Indias, contrariamente a lo que hace pensar la lectura de las más populares, dedican miles de páginas al conocimiento de las culturas precolombinas, al estudio de la naturaleza, al arte de navegar.

En la biblioteca de La CALA pueden consultarse libros de Cristobal Colón, Fray Ramón Pané, Bernal Díaz del Castillo, Diego de Landa, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Fray Bartolomé de Las Casas, Fray Bernardino de Sahagún, Fray Diego Durán, Bartolomé Pérez, Pedro Sarmiento de Gamboa, Josef de Acosta, Fray Pedro Simón, Hernando Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo, Francisco Hernández, Pedro Cieza de León.

 
AQUÍ HAY LIBROS es una sección de este blog dedica a presentar libros que están al alcance de la mano en las estanterías de la biblioteca de La CALA.